Visitar Vietnam es el viaje de los sentidos al despertar, con su corazón y alma. Es un escape del tiempo, sin nada más entre mar, arrozales y montañas. Ven sin esperar más, para empaparte de los aromas de una Asia eterna en las tierras, discreta y envuelta en el misterio.

 

El país con forma de dragón te invita a sumergirte en un universo íntimo, auténtico y aún virgen, a pesar de estar bien anclado en el siglo XXI con promesas de progreso y prosperidad. Desde las verdes tierras altas del norte, habitadas por comunidades étnicas que aún viven según los antiguos ritos y han tenido pocos y raros contactos con el mundo occidental, hasta el país de arrozales en terrazas, encaramado en las laderas de las colinas, pasando por el delta del Mekong. y las playas de arena blanca del sur, cuya quietud solo está agrietada por las olas reflejadas de un océano de serenidad, descubrirá paisajes de belleza impresionante y protegidos de miradas inesperadas.

 

Este país con una arquitectura inspirada en chinos, indios y jemeres milenarios nunca ha negado su pasado colonial, ni ha olvidado el trauma de las dos guerras que no han afectado en absoluto el optimismo y la voluntad de hierro de un pueblo pacífico, dedicado al culto al antepasados ​​y cuya filosofía, inspirada en Confucio y Lao Tsé, traduce un estilo de vida delicado, lleno de sabiduría y respeto más profundo por los demás. Con más de 4 mil años de historia, este lejano oriente seguramente lo seducirá, ya que sus habitantes están dotados de refinada hospitalidad, amabilidad, generosidad y alegría de vivir.

 

Al ritmo de caminatas pacíficas, el gourmet apreciará una cocina fina y sofisticada y una diversidad increíble, tanto que el excursionista se aventurará en las tierras ricas en espiritualidad, donde, bajo la protección de dioses venerados, perderá sus pasos en los sinuosos senderos buscándose a si mismo.

 

La Bahía de Halong, una joya natural y acuática, patrimonio de la humanidad, la ciudad imperial y las tumbas de Hue, la ciudad vieja de Hoi An, el santuario de Mi Hijo y el parque nacional Phong-Nha-Ke Bang, no Tendrán que hacernos olvidar las otras mil riquezas naturales, arquitectónicas, culturales y humanas diseñadas con el consumado arte del color en el contexto de los paisajes de postal.

 

Sin duda, no volverá ileso de este fascinante Vietmam, que se ha revelado suavemente al viajero ávido, curioso y discreto.